Un viejo predicador del evangelio contaba a veces cómo cuando viajaba en
tren, en una parada en un pueblo pequeño se subió un caballero y vino a sentarse a lado
suyo. Poco después, aquel hombre dijo al predicador: "Aquel pueblo es pobre en
cuanto a mi negocio. No he podido hacer mucho ahí. Soy representante de una compañía
aseguradora, y por alguna razón aquel lugar está entre los peores que he visto en mucho
tiempo". El predicador dijo que lo sintió. Luego, después de una pequeña pausa, el vendedor reanudó la conversación con esta pregunta: "En qué trabaja usted?". "Lo crea o no", dijo el cristiano, "también trabajo en lo de asegurar". "¿Así es? Para qué compañía trabajas? "Oh", respondió el predicador, "Trabajo en la más grande aseguradora que existe". "¿La Metropolitana? Yo también trabajo en ella". "Oh no, la empresa en que yo trabajo es más grande que la Metropolitana". "No puede ser", argumentó el representante. "La Metropolitana es la empresa aseguradora más grande del mundo hoy en día". "No importa", insistió el siervo de Cristo, "mi empresa es mucho más grande. Y es una compañía muy peculiar. Es la única compañía donde todo ya está pagado. Sus recursos no tienen límite. El asegurado recibe todos los beneficios, y no cuesta ni un centavo asegurarse por cualquier valor. La empresa nunca ha fallado en pagar ni ha ido a la quiebra, y siempre paga con prontitud toda la cantidad indicada. Cuando uno compra un seguro de vida con mi empresa, la empresa le da en este mismo momento toda otra variedad de póliza por el mismo precio: nada". "Vaya", dijo el representante, "me gustaría adquirirme una póliza con tu empresa". "Usted puede", fue la respuesta. "Lo único que tiene que hacer es demostrar que usted es un pobre pecador merecedor del infierno, arrepentirse, y acepta la oferta que se le extiende, y mi compañía le asegurará completa y gratuitamente por el tiempo y por la eternidad. Trabajo por la aseguradora gigantesca cuyos socios son tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo". Amigo, ¿estás totalmente cubierto? Si sólo tienes pólizas para esta vida, la respuesta es "no". Lo que los hombres llaman seguro de vida no lo es, porque no les asegura de que no pierdan sus vidas. Más bien sería seguro de muerte, porque ellos morirán y los beneficios irán a otros. Un seguro anti-robo no previene los robos, un seguro de vehículo no previene los accidentes, y un seguro de incendios no previene los incendios. Lo único que los seguros hacen aquí es dar algo de dinero para reparar algo o aliviar el sufrimiento ocasionado por la muerte, un accidente, un incendio, etc. Semejantes seguros sólo cubren algo de daños en esta vida. Pero esta vida no es todo: es una mera fracción de la existencia eterna del ser humano. Si no tienes un seguro para la eternidad, entonces no estás totalmente cubierto. He aquí el verdadero seguro, porque garantiza vida eterna a su poseedor: Dios da al alma creyente vida eterna que jamás se perderá (S. Juan 10:28). Y con la vida eterna entran también todas las demás bendiciones, cada "póliza" que uno pueda necesitar. Tendrás seguro de los bienes, porque hay para el creyente "una herencia incorruptible e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros" (1 Pedro 1:4) .Tendrás seguro de anti-robo, porque tu tesoro estará en el cielo, donde la polilla y el orín no corrompen, ni entran ladrones a hurtar (S. Mateo 6:20). Tienes un seguro anti-incendio, porque aquel que cree en el Señor Jesucristo nunca conocerá los horrores del lago de fuego (Apocalipsis 21:8). Estarás asegurado contra los accidentes, porque "sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien" (Romanos 8:28). Y todo otro verdadero seguro viene a ser tuyo cuando como un pecador arrepentido vengas al Señor Jesucristo. Dios realmente asegura a los Suyos, porque lo que Él da nos guarda de muerte, juicio y condena eterna, y nos conduce a Su presencia para siempre en el gozo y la gloria de la vida eterna. Hebreos 11:1 nos dice que la fe es la certeza de lo que se espera. Esta palabra "certeza" se traduce en otro lugar como "certidumbre" o "estar asegurado". No es nada que el pecador haga, traiga, o pague, porque no se trata de esto, pues esto sería la religión humana. Es simplemente confiar y descansar en lo que el Señor Jesús ya ha hecho en la cruzo cuando dijo: "consumado es"; esto completamente asegura al alma Augusto Van Ryn, traducido por Carlos Tomás Knott |