Adoración

Escrito por Leonard Lindsted

"El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, TRAYENDO LAS ESPECIAS AROMÁTICAS QUE HABÍAN PREPARADO, y algunas otras mujeres con ellas" (Lucas 24:1).

Era amor lo que les llevó a estas pocas seguidoras del Señor a Su sepulcro aquella madrugada de hace tantos años. Pero el amor no vino de cualquier manera...vino con especias aromáticas. Aquí puedo apreciar las especias como símbolos de adoración y aprecio a Cristo. Veo por lo menos dos cosas en ellas que me gustaría enlazar con nuestra propia apreciación al Señor Jesucristo: el adquirir estas especias y la preparación de las mismas.

La adoración es quizá el más precioso de los ministerios al Señor. El amor y sacrificio le acompañan. Donde encuentres una de estas cosas, lo más seguro es que encuentres también la otra. La atmósfera donde mejor se mueven es en adoración. Pienso que esta es de la manera en la que los discípulos fueron al sepulcro y me he preguntado, ¿hubiera tenido yo algunas especias que llevar con aquel pequeño grupo que se apresuraba por llegar a la tumba? Como puedes ver, el versículo dice, "y algunas otras mujeres con ellas," no sabemos si estas trajeron algo como las otras. ¡Pero fueron! Por eso, pienso que a un discípulo le podría haber sido posible acompañar a toda esta gente, yendo con las manos vacías; de la misma manera, a nosotros puede sernos posible el estar con la compañía "correcta", en el lugar "correcto", cantando las canciones "correctas", y seguir estando sin tener nada para el Señor - sin especias, sin adoración verdadera. Si debido a nuestra debilidad este fuera el caso de algunos de nosotros, ¿qué vamos a decir? Por lo menos vamos al Señor, y, ¿quién sabe? ¡Quizá la próxima vez las especias vendrán también!

Antes de que las especias pudieran ser presentadas, debían ser preparadas: y antes de ser preparadas había que obtenerlas.

Y este es el orden de la adoración. Es el producto de algo preparado antes de presentarlo, y esta es la previa OCUPACIÓN CON CRISTO. El conseguir las especias es equivalente a esto.

¿Puede uno meditar en la fragancia de la vida de nuestro Señor en medio de un mundo tan hostil y no coger algo de esta fragancia? ¿Puede uno verle bajo la tentación en el desierto, negándose a ejercitar Su poder para aliviar Sus propias necesidades, dependiendo completamente de la buena voluntad de Su Padre para proveerle, y no conseguir algunas especias fragantes de lo que son la verdadera devoción y dependencia? Entonces podemos apreciar la fragancia de Su paciencia y comprensión con aquellos que se encontraban cerca Suyo y actuaron tan egoista e insensiblemente. "Cuál de nosotros será el mayor," esto era lo que a ellos les preocupaba mientras Él agonizaba en vistas de lo que le esperaba en el Calvario. Y la madre que tenía ambición religiosa para sus hijos, de tal manera que pidió si se podrían sentar a uno u otro lado Suyo en el Reino. O los discípulos que deseaban

tener permiso para hacer bajar fuego del Cielo sobre aquellos que no estaban de acuerdo con ellos, no tanto por su devoción a Cristo, porque era para traer juicio a aquellos que no estaban CON ellos. Y seguramente, alrededor del Calvario, aún quedan especias sin descubrir, pero que están allí para que las tome un corazón cariñoso. Y, oh, si cogiéramos aunque fueran las más pequeñas de estas, ¿no cambiaría la atmósfera forzada y artificial de nuestras reuniones? Ya ves, uno no necesita llevar una cesta llena para adorar - ¡simplemente un fruto! Pero si TODOS traemos algo, ¡qué fragancia se desprendería mientras el Espíritu Santo, como el perfumador de antaño (Éxodo 30:23-28) lo mezcla todo con dulzura para presentársela a nuestro amoroso Señor!

Entonces, estaba la preparación de las especias. Debían estar preparadas antes de llegar al sepulcro. La adoración es muy paralela a esto. Es la esencia de ocupación CON Cristo, meditando ACERCA de Cristo, la suma total de la estima y amor A Cristo.

Sirviendo, uno puede, de improviso, dar un folleto, hablar unas palabras acerca de Cristo dando testimonio, y aun echar un poco de dinero en la bolsa de la ofrenda sin ningún esfuerzo - pero en la adoración es totalmente diferente por propia naturaleza. La adoración no es algo que "fabriquemos," ni tampoco es una emoción agradable en nosotros mismos. No estoy diciendo que no haya algunas circunstancias que no nos conduzcan a adorar, pero esto PRIMERO TIENE QUE ESTAR DENTRO DE NOSOTROS PARA QUE DESPUÉS PUEDA SALIR.

Quizá una de las razones por las que no hay muchas especias de adoración preparadas cuando se llega a la llamada "reunión de adoración" (la Cena del Señor) es porque inadvertidamente, hemos educado a los santos con una manera de pensar "computarizada". Oramos los miércoles (por ejemplo) por la noche en la reunión de oración. Recibimos la enseñanza de la Palabra los domingos a las 11 de la mañana, y otra vez por la tarde. Ahora, si yo quiero predicar o enseñar algo, debo hacerlo el domingo por la mañana a las 11 - no puedo hacerlo el jueves por la mañana a las 11. Me temo que algunas personas, inconscientemente, tienen un concepto equivocado; hay que adorar sólo en la "reunión de adoración." Si fallas y no vas, entonces no adoras hasta el próximo domingo. No, no, no. La adoración es la expresión de la estima y ocupación con Cristo, lo cual va más allá del límite de los días, tiempos, ocasiones y reuniones especiales. Debería ser como un holocausto que ardiera continuamente.

Dejo de orar, pero esto no hace que haya dejado de adorar. Dejo de predicar, pero la adoración sigue. Cuando ya he llenado el vaso, cierro el grifo, pero la adoración no se puede cerrar, porque no se ha "abierto." La adoración no empieza cuando el creyente llega a cierto lugar y se canta la primera canción: la adoración precede a nuestra llegada al local, y perdura después de haber salido. La adoración no se hace en un edificio, aunque puede ser hecha DESDE un edificio pero siempre es hecha en el corazón. Y no está limitada por el tiempo, lugar o circunstancias - se eleva a pesar de todo esto. A lo mejor la razón de que algunos de nosotros sepamos tan poco de la adoración cuando estamos en la reunión, es porque tampoco sabemos mucho de esto antes de llegar.

No es como si los discípulos vinieran sacuciendo las especias dentro de una caja diciendo, "Escucha el SONIDO de mis especias." La fragancia no es audible, pero es obvio. Ahora, me encantan aquellos himnos antiguos que se cantan en la reunión de adoración, pero cuando oigo que se piden cuatro o cinco canciones seguidas y finalmente, después de 25 ó 30 minutos una oración en la cual abunda la adoración, me parece que hemos estado simplemente sacudiendo las especias y haciéndolas sonar vez tras vez, sin dejar tiempo para que se desprenda la fragancia.

A menudo he pensado acerca de las hermanas. La parte que ellas llevan a cabo no es audible. Me he preguntado cómo sería el ser una hermana y adorar. Pienso que si no pidiera un himno, leyera una porción de las Escrituras u orara, podría (a menos que fuera el Espíritu el que me controlara) contentarme simplemente yendo al lugar correcto, a la hora correcta, sentándome y estando vestido de la manera adecuada, cantando e inclinando la cabeza de una manera aprovada - y la mente puede estar FUERA de esta reunión asando la carne para la comida, o preguntándome si las paperas de Susana están mejor. Ninguna hermana me ha dicho nunca qué es lo que hace, probablemente por que no es de mi incumbencia. Pero el asunto no deja de interesarme. Por el otro lado, las especias que una mujer trae con su adoración son extremadamente preciosas. Quién sabe las veces que ella misma ha elevado al Cielo la reunión de adoración, o cuántas veces ha soportado el débil recelo de los hombres que permanecen allí callados como sacerdotes mudos...

En Juan 12, el Señor dijo de María, "Déjala, para el día de mi sepultura HA GUARDADO ESTO..."¿Te has parado alguna vez a pensar que María tenía el ungüento en la mano cuando Lázaro murió, pero nunca llegó a usarlo para su sepultura? Hubiera sido perfectamente legítimo, perfectamente normal el haberlo usado esa vez - ¡pero no lo hizo! Y no pienses que no amaba a su hermano. Ciertamente le amaba. Hasta le reprendió al Señor por no haber llegado antes para prevenir la muerte. Lo que ella no sabía era que el Señor tenía en mente algo mejor que un Lázaro "rescatado", y esto era ¡un Lázaro "resucitado"! El que Dios a veces no conteste nuestras oraciones, no quiere decir que sea cruel; quiere decir que tiene algo mejor en mente. De todas maneras, María GUARDÓ aquel ungüento - PARA EL SEÑOR. Y el Señor no lo pasó por alto. Esto es lo que hace la adoración. Va más allá de lo normal, natural y legítimo y se pierde en la exquisita fragancia de la ocupación con Cristo.

Sí, ellas vinieron, trayendo las especias que habían preparado. Pero déjame que te señale otra cosa - ellas vinieron con las especias pero ¡ÉL NO ESTABA ALLÍ! ¡Gloria sea a Él! Una tumba vacía - ¡y un corazón desbordante! Así, debieron volverse con lo que habían traído. Pienso que esto también nos indica algo de la verdadera adoración. Lo que uno le llevaría a Cristo tiene una manera de regresar con el santo para caracterizar este paseo diario. La fragancia de la adoración es la insignia del discipulado, el músculo espiritual del servicio, el fuego inextinguible de la consagración y el gozo inexplicable de la comunión con Cristo momento a momento.

Los discípulos vinieron con especias, pero Él no estaba allí. ¡Qué maravilloso! Nosotros vamos donde Él está, por así decirlo, y a veces vamos sin especias. ¡Qué triste! Los magos fueron con oro, incienso y mirra. Alguien dijo que el oro es un presente digno de un rey; el incienso de un sacerdote y la mirra de un profeta. Nuestro Señor es estas tres cosas. Él es digno de todo. Entonces, le pregunto a mi corazón, en la luz temprana de aquella mañana yendo al sepulcro, ¿puedo ir donde Él está...y no llevarle nada?