¿A Dónde Voy?

Esta es la cuestión, no de donde venimos, sino a dónde vamos. Porque no has escogido dónde ni cómo ni cuándo nacer, pero puedes escoger dónde pasarás la eternidad. ¿Lo sabías? Y puedes estar seguro ahora, no tienes que esperar hasta que mueras, de hecho, esto sería demasiado tarde. Esto digo con toda humildad, y sin presunción, que yo sé con certeza que iré al cielo, porque lo asegura la Palabra de Dios. No es que lo merezca, sino por la gracia de Dios. Muchos piensan que nadie sabe y nadie puede decir esto, pero esto no es cierto. Si yo puedo saber, tú también puedes.

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Sabemos que la vida es corta - Dios dice: "No sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece" (Santiago 4:14). La muerte es "una sola vez", no hay reencarnación, y el juicio que viene después de la muerte es seguro y severo. La Palabra de Dios dice que: "...está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio" (Hebreos 9:27). Amigo, tu muerte se acerca. ¿Dónde pasarás la eternidad? ¿Dónde estarás tú?

Muchos dicen que no creen en nada después de la muerte, pero es un hablar, y no es cierto, porque a estos mismos la muerte les da miedo, y tratan de evitarla. Otros profesan creer en el cielo y en el infierno, pero desafortunadamente no se preocupan mucho por cuál de los dos destinos será el suyo. Se desvelan más por los setenta años o más de esta vida, aunque saben que por larga que sea esta pequeña vida, es sólo un momento de la eternidad. ¿Y dónde estarás tú?

Amigo, detente a pensar con cordura lo que significa una eternidad de alegría perfecta. "Bueno", dices, "yo creo en Dios, a mi manera. No hago mal a nadie y vivo lo mejor que puedo, más o menos. ¿Qué más puedo hacer?" Dios tiene una respuesta.

Está bien creer en Dios, no hacerle mal a nadie y hacer las cosas lo mejor que se pueda, si uno verdaderamente viva así. Sin embargo, según la Palabra de Dios, eso no puede llevarte al cielo. Aun los demonios creen en Dios (Santiago 2:19). Así que no le haces a Dios ningún favor creyendo que Él existe, porque es verdad, lo creas o no. Dios no estableció las "buenas obras" como el camino al cielo, porque si fuera así, nadie llegaría allá, porque nadie es tan bueno como Dios. Efesios 2:8-9 y Tito 3:5 lo ponen clarísimo. Es por pura gracia, para que nadie se jacte. Es por fe, para que todos, ricos y pobres, puedan ser salvos, independientemente de quiénes son, cuánto tienen, etc. Ni la Iglesia, ni el bautismo, ni la confesión, ni la primera comunión, ni la confirmación, ni el sacerdote, ni ningún sacramento, ni tus buenas obras pueden ayudarte a merecer la vida eterna. Si en algo de eso has puesto tu confianza, no estás preparado todavía para la eternidad.

Dios te explica en Su Palabra cómo prepararte para la eternidad. Nicodemo, un hombre religioso, erudito, maestro (catedrático) en Israel, fue una noche a hablar con Jesús, quien le dijo: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (S. Juan 3:3). Y aquél le preguntó a Jesús: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?" (S. Juan 3:4). La respuesta de Jesús fue: "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo" (S. Juan 3:6-7).

¿Has nacido de nuevo? Jesucristo dice que ES NECESARIO. No es una ceremonia ni un sacramento de la Iglesia. Es una conversión, de una vez para siempre, y a la vez es un renacimiento espiritual que decidirá tu destino eterno. Sin esto, por religioso que seas, no estás preparado, y la eternidad viene, se acerca a ti a la velocidad de 60 minutos cada hora, y 60 segundos cada minuto. No te sobra tiempo. Ésta puede ser tu última oportunidad. Si mueres después de leer esto, amigo, ¿dónde pasarás la eternidad?

Reconoce Tus Pecados

Y en cuanto a eso de no hacer mal a nadie, bueno, sé un poco más honesto. No eres perfecto como Dios, ni mucho menos. Lee en el evangelio de S. Marcos 7:20-23 y observa en las palabras de Jesús lo que Dios ve en tu corazón. En serio, hazlo ahora, toma la Biblia, busca y lee. Lee también Romanos 1:22-32, y verás cómo Dios describe no sólo el corazón, sino también los hechos. ¿Insistes en que no has hecho mal a nadie después de leer esto? Entonces, acabas de hacer el mal de llamarle a Dios mentiroso, así que no te vale más este dicho. Yo sé que esto es incómodo, pero es necesario que te enfrentes con la verdad acerca de ti mismo, que no eres buena persona, aunque tu religión y tu sociedad te hayan inducido a pensar que sí. ¿Para qué te voy a mentir y engañar como tantos ya han hecho, diciéndote que eres bueno y que no hay nada que temer? Si les crees, es porque quieres creerlo, pero es un engaño. Y tus consejeros y tus propias opiniones y filosofías todas te abandonarán en los portales de la muerte, cuando pases a la eternidad. ¿Y dónde pasarás la eternidad? Porque sé la respuesta, sigo exhortándote como amigo que busca tu bien. Debes reconocer que lo que Dios dice en Su Palabra es verdad. Él dice que tú eres pecador perdido, seas incrédulo, agnóstico, ateo o aún muy religioso, católico romano practicante. La religión del hombre es falsa y también es pecado, ¿lo sabías? ¿Reconoces que has quebrantado las leyes divinas? ¿Quíen tiene razón, Dios o tú y tu religión? Dios dice: "No hay justo, ni aun uno..por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:10, 23); "Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque" (Eclesiastés 7:20).

Arrepiéntete

Así que, si vas a prepararte para la eternidad, la cual está ahora todavía más cerc, debes arrepentirte de tus pecados. La Biblia dice que: "Dios...ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan" (Hechos 17:30). Esto no es nada cultural, es un mandamiento divino a todos en todo lugar. Jesucristo dijo: "...si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente" (S. Lucas 13:3). Él no decía lo que muchos dicen hoy que Dios tendrá misericordia de todos. ¡No creas estas mentiras! Piensa por un momento lo que tus pecados han costado a Dios. Fue por nuestros pecados, los tuyos y los míos, que Dios, el Creador y Rey del universo, dejó Su trono en los cielos y descendió a este mundo. Por medio del milagro de la encarnación el Altísimo bajó a la tierra en la persona del Señor Jesucristo, para sufrir, derramar Su sangre y morir en la cruz del Gólgota. Lo hizo para tomar en Su seno el juicio divino contra nuestros pecados, abriendo así el camino para librarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte, y para llevarnos en Él a Su gloria eterna: "En esto hemos conocido el amor (de Dios), en que él puso su vida por nosotros" (1 Juan 3:16).

Entrégate Al Señor Jesucristo

Entonces, debes creer con todo tu ser: intelecto, emociones y voluntad. Creer así es confiar personalmente en el Señor Jesucristo, quien murió por tus pecados y resucitó para tu justificación. Y esto es lo que NO podías hacer cuando te bautizaron como infante, por lo cual ese bautismo no significa nada. En el Nuevo Testamento los adultos que creyeron fueron bautizados después de arrepentirse y creer en el Señor Jesucristo, y no hay ni siquiera una mención de un solo niño bautizado en todo el Nuevo Testamento. Así que no confíes en un rito inventado por los hombres. Confía total y únicamente en el Señor Jesucristo, no en iglesias, santos, credos y sacramentos. Esto es más que creer intelectualmente que un dato histórico es verdad; es recibir al Señor Jesucristo en tu corazón y vida, para que Él reine en ti como Señor y Salvador. El Apóstol Juan dice así del Señor Jesús: "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (S. Juan 1:11-12).

Así que, cuando abres tu corazón al Señor Jesús y te entregas confiada y solamente a Él como tu Señor y Salvador personal, Dios promete perdonarte todos los pecados y salvarte, dándote vida eterna a partir de este momento, con la esperanza segura de estar en el cielo con Jesucristo inmediatamente después de esta vida. El Apóstol Pablo dijo: "ausentes del cuerpo, presentes con el Señor", pero esto no es una verdad para todos, sino solamente para los que verdaderamente han depositado su fe en Él. ¡Dios te ofrece una eternidad feliz consigo, sin purgatorio, sin que nadie haga misas para los muertos, sin tener que yacer conscientemente en tinieblas, sin reencarnación para tratar de hacerlo mejor en otra vida! Por la autoridad de la Palabra de Dios, puedes saber YA dónde pasarás la eternidad. El Apóstol Juan, inspirado por Dios, dice: "Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna" (1 Juan 5:13). Y Jesucristo promete: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y creen al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (S. Juan 5:24). No dice "sé fiel a la Iglesia toda la vida, después de morir irás al juicio y verás si irás al cielo o no". No dice "nadie puede saber esto". Afirma que se puede saber, y tener certidumbre de tener vida eterna y haber pasado de muerte a vida. La idea es ahora, hoy mismo, no el futuro indistinto. Si tu religión te promete vagamente algo del futuro indistinto, no es de Dios, porque Dios no habla así. Considera otra vez ómo Dios te ofrece esta promesa. Dice que el que cree, que es confiar en el Señor Jesucristo, "ha pasado de muerte a vida". ¡Ya! ¡Ésta es la peraona que está preparada para la eternidad! ¿Quieres ser tan feliz y estar tan seguro? Ahora mismo puedes, si quieres, porque Dios ya te quiere, y lo que falta es tu voluntad.

Debes decidir tu destino eterno, sin demorar más. ¿Cómo puedes hacerlo? Piensa en el mensaje del evangelio. Repasa los textos bíblicos que te he citado si no estás seguro o no lo tienes claro. Ora y pide a Dios que te dé entendimiento y convicción. Deja tu propia opinión y tradición, y da la razón a Dios, porque la tiene. Entonces, reconoce que tú eres el pecador por quien Jesucristo murió en la cruz. Arrrepientete de tus pecados, aun de tu religión, y demuestra tu arrepentimiento apartándote de tus pecados y de tu camino malo. Ríndete al Señor Jesucristo en fe, creyendo que Él en Su gran amor murió por ti, y pagó por todos tus pecados en la cruz, que Él resucitó y vive para perdonarte y darte una vida nueva. Cede las riendas de tu vida a Él como tu Señor y Salvador. ¿Qué tienes que perder, excepto solamente tus pecados y una eternidad de castigo por ellos? ¿Dónde pasarás la eternidad?

Adaptado por Carlos Tomás Knott

 


LO IMPORTANTE NO ES DE DÓNDE ERES SINO A DÓNDE VAS


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